4 feb 2013

EL GRAN MONARCA

Numerosos videntes anuncian que el gran Monarca aparecerá en mitad de la crisis, en concreto: después de la destrucción de París (Sto. Cura de Ars), “por el emperador de Alemania después de dos enormes batallas” (añade el canónigo de Brana, que conocía mucho a Melania de La Salette). Según éste, en octubre del mismo año será consagrado rey en Reims y diez días después emperador en Aix-la Chapelle (Aachen, Aquisgrán, capital de Carlomagno); y se llamará Enrique V. Nombre que le dan también otros, como María Julia Jahenny.

Lo más repetido es que será descendiente de S. Luis IX, rey de Francia de 1242 a 1270 (de la dinastía de los Capetos), o de la flor de lis (=Lirio emblema de la casa real francesa). “El verdadero descendiente de S. Luis”, vimos puntualiza la Bta. Ana Maria Taigi.

Especialmente interesante es que el gran Monarca será nombrado por el gran Papa, como hemos visto en la Bta, Taigi, y éste puede ser el significado de otros muchos que lo describen como enviado o dado por Dios, como la frase de Souffrand: “traído por el santo Pontífice”.

Ya vimos por qué Francia es llamada la hija primogénita de la Iglesia, titulo dado por vez primera por el Papa Anastasio II en carta al rey Clodoveo después de su conversión.

Gregorio IX escribía en una bula de 1239 a S. Luis, rey de Francia; “Dios, como prefirió la tribu de Judá a las otras, así ha escogido con preferencia a Francia para la protección de la fe católica”.

Por eso la prosperidad y gloria de Francia está vinculada a que cumpla esa misión divina, y su prevaricación o traición a ella, es la causa de sus castigos. Esto puede decirse de alguna manera de todas las naciones católicas, sin embargo, a su luz se entienden mejor las predilecciones de la Medalla Milagrosa, La Salette, Pellevoisin (escapulario del S. Corazón), Lourdes, etc. Por algo Juan XXIII el 18 de febrero de 1959 explicaba que en el plan de Dios cada nación tiene una misión, y que califica la de Francia la divisa: Reino de Francia, reino de María.

También a la luz de la misión de Francia como nación, se entiende mejor el mensaje del Corazón de Jesús a Luis XIV por medio de Santa Margarita María, en 1689, pidiendo: 1º.) La fiesta a su Corazón (instituida en 1765). 2º.) Una basílica nacional dedicada a Él (Montmartre, construida en 1873). 3º.) Consagración de Francia al Sagrado Corazón; y 4º.) Colocación del Sagrado Corazón en la bandera nacional.

Estas dos peticiones aún no se han realizado aunque llevan consigo la promesa que así “Dios le dará siempre la victoria sobre sus enemigos y sobre los enemigos de la religión” (pues, obviamente, solo contra ellos luchará). Luis XIV no las atendió, y ese año 1689 fue el principio de la decadencia de Francia, Sin embargo, algún día no lejano se cumplirán. Podemos estar seguros.