En la década de 1940, José Ferreira Thedim, un famoso santero portugués, talló en madera varias imágenes de la Señora de Fátima siguiendo las indicaciones que le dio la única vidente que entonces continuaba viva, Lucia dos Santos. Algunas de estas tallas recorrieron España promovidas por el Gobierno de Franco, que quena reavivar la fe católica a través de las "peregrinaciones" de la Virgen de Fátima. Este es el motivo por el cual la imagen rué paseada con todos los honores por las principales ciudades de nuestro país, aunque también por pueblos y aldeas remotas, lo que originó que se registraran una serie de supuestos prodigios muy similares a los que ya se habían producido durante las apariciones de 1917.
Una de las sesiones de curación más multitudinarias que la imagen de Fátima presidió en España fue la misa de enfermos que se celebró el 29 de mayo de 1948 en la plaza de la Armería de Madrid. Según recoge La Vanguardia en su edición del 30 de mayo de aquel año, más de 10.000 enfermos (1.500 en camillas) asistieron al acto religioso vigilados de cerca por un centenar de médicos y más de mil enfermeras.
El rotativo recoge ocho casos de curación espontánea durante aquella misa, que son citados con nombres y apellidos. Así, una enfermera de Sanidad Militar llamada María Teresa Toyo, de 35 años, que llevaba tres meses sin poder moverse de la cama después de que le fuera practicada una cesárea, comulgó 'y se levantó por sus propios medios y con las manos juntas, entre la admiración de las gentes, se dirigió hacia una de las tribunas. Al llegar al pie de la escalerilla de acceso vaciló, cuando varías enfermeras de la Cruz Roja fueron a cogerla, María Teresa se negó y por sus propio pie subió la escalerilla y recibió, anvdillada, la bendición". Pero, al parecer, no fue la única. Tras el acto religioso, otra mujer, Fulgencia Ros Sánchez, "a poco de recibir la sagrada comunión, notó que le había desaparecido la parálisis del lado izquierdo que padecía desde liada tiempo y agitó el brazo en-Jenno con gran alegría".
Ese día también se produjeron otra media docena de curaciones: Mercedes López Linares, muda a consecuencia de una hemiplejía, recuperó el habla; Eugenia Sanz Martín, que padecía ceguera desde hacía veinte años, recobró la visión Carmen Rodríguez, paralítica desde hacía cuarenta años, pudo subir las escaleras haciendo genuflexiones; Cecilia Milán que sufría una grave lesión en las piernas, también se recuperó; Mercedes Meneses Barbero, religiosa de las Escola-pias de Carabanchel, paralítica desde hacía nueve años, pudo caminar nuevamente, y el niño Francisco García, que padecía meningitis tuberculosa y estaba privado de la vista, también sanó.