25 abr 2013

CURACION ESPONTANEA

"Puedo andar gracias a Dios y a la Virgen Santísima. Fue algo demasiado grande, lo más grande que me ha pasado en la vida. Sentí un impulso y empecé a mover las piernas. Me levanté, comencé a andar y sigo haciéndolo " Así recuerda Antonia Garrido Vallejos, una onubence de 70 años, la curación espontanea que protagonizó en Octubre de 2008 cuando -después de tres años postrada en una silla de ruedas- comenzó a caminar durante una misa en el santuario de Fátima.

Antonia se había sometido a una operación de vejiga. Debido a un supuesto error médico, al anestesiarla tocaron los nervios de la medula. "Salí del quirofano y me tuvieron siete u ocho horas esperando que pudiera mover la pierna izquierda. El pie no era capaz de moverlo. Cuando pude decir que movía algo, me llevaron a la habitación. Luego me dijeron: "Ponte de pie, ya te puedes ir a tu casa". Pero no, no podía andar. Salí del hospital en silla de ruedas y así me quedé durante tres años", explica Antonia Garrido.

Durante todo ese tiempo , Antonia solo podía dar unos pocos pasos ayudada de sus muletas. Los desplazamientos más largos debía hacerlos ensilla de ruedas. Su vida transcurría prácticamente recluida en su casa de la localidad de Trigueros (Huelva)hasta que, animada por su marido decidió ir al santuario de Fátima (Portugal).

"Cuando llegué -recuerda Antonia- me situaron donde colocan a los enfermos. Antes de la misa, en el momento en el que pusieron la imagen de la Virgen en el altar, comencé a sentir un impulso. Empecé a mover las piernas, levante las posaderas de la silla y dije: Madre mía, ¿qué me está pasando?. Entonces pregunté a los cuidadores si podía levantarme. Me dijeron que si. Me incorporé, caminé y lo dije a gritos".

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