Dame tus ojos, Madre para saber mirar; si miro con tus ojos jamás podré pecar.
Dame tus labios, Madre para poder rezar; si rezo con tus labios Jesús me escuchará.
Dame tu lengua, Madre, para ir a comulgar; es tu lengua patena de gracia y santidad.
Dame tus manos, Madre, que quiero trabajar; entonces mi trabajo valdrá una eternidad.
Dame tu manto, Madre, que cubra mi maldad; cubierta con tu manto al Cielo he de llegar.
Dame tu Cielo, Madre, para poder gozar; si Tú me das el Cielo ¿qué más puedo anhelar?
Dame a Jesús, Oh Madre para poder amar; esta será mi dicha por una eternidad.
Ave María Purísima, sin pecado original concebida. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario